"Me atormenta GAZA, me remuerde GAZA, me indigna GAZA". CON FIRMA. "La otra zona de interés". Por Daniel Bernabeu Taboada. Jefe Sección Radiodiagnóstico, Hospital Universitario La Paz, Madrid (España). Presidente de AMYTS. En la revista virtual de AMYTS (Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid). 3 de enero de 2025.
“We are extremely concerned over the fate & wellbeing of Dr. Hussam Abu Safiya, director of Kamal Adwan hospital who was detained by Israeli forces along with others during a raid on the hospital on 27 December 2024”
Amnistía Internacional
Despedimos 2024 y recibimos 2025. Dejo 2024 con un sabor agridulce, muchas cosas han salido bien, hemos trabajado duro por informar y llegar a un montón de compañeros, el inicio de la estabilización hospitalaria; en general por un trabajo sindical razonablemente bien hecho durante 2024. En 2025 intentaremos seguir esa estela del buen hacer.
Pese a esta satisfacción, es difícil sustraerse a las sombras del género humano en este recién terminado 2024. Probablemente preferiría no haber sabido nada y no haber escuchado las noticias. Haberme centrado solo en las cosas que realmente debieran importarme y que me afectan en el plano físico: los problemas y las alegrías de quienes compartimos espacio y cultura. Supongo que en la Alemania del 32 todos pensaron e hicieron lo mismo. ¿Para qué sufrir por algo que no estoy dispuesto a enfrentar, o no puedo?
El bombardeo constante de actualidad me aturde y siento que me insensibiliza: desastres naturales, crímenes, guerras, matanzas, machismo inclemente, genocidios,… Procuro concentrarme en tareas que me distraigan, en el ocio reparador. Alejarme de las desgracias del mundo o de mi entorno, y centrarme en lo positivo de la vida: mi trabajo, mi familia, mis amigos, esa lectura gratificante, ese viaje reparador; o en los problemas cotidianos: cuidar a padres ancianos, preocuparme por los pacientes, la multa de aparcamiento, el recibo de la luz, el alquiler disparatado de mi hijo...
Pero no puedo sustraerme del todo, sufro periodos de conexión y desconexión. Intento no ver las noticias, pero necesito saber, necesito saber en qué mundo vivo. Necesito saber cómo actuar; qué decisiones tomar, qué me parece importante y qué no; quién me engaña y quién me advierte; quién construye y quién destruye; quién tiene verbo conciliador y quién el verbo polarizador. ¿Cómo decidir y cómo actuar, sin saber? ¿Qué futuro construyo a mis hijos con mis decisiones? ¿Son las adecuadas? ¡Qué difícil resulta! Cada vez más en una creciente realidad construida sobre el bulo, la desinformación y la mera opinión.
Quizá, desde un punto de vista práctico, debería no darle tantas vueltas y unirme a un valor seguro, seguir la estela de alguien fuerte y de ideas claras, evitar que me asignen “etiquetas” comprometidas o mal vistas en mi entorno, conversar sobre lo cotidiano: el gym que necesito para bajar kilos, ese coche que me gusta, la mejor inversión para mis ahorros, esta sanidad que no mejora mis condiciones laborales, intentar destacar en aquello que creo que todos esperan que destaque...
Sin embargo, debo ser adicto al sufrimiento. Me cuesta sustraerme al horror de las imágenes, de los relatos cotidianos de odio y destrucción. Se me encoge el estómago cada vez que oigo “patera”, “salvamento marítimo”, “naufragio”, “migrante”. Quisiera tener poderes “sobrehumanos”, para detener las guerras, para consolar a las madres gazatíes que han perdido a sus hijos, para reprender al soldado ruso que ataca Ucrania, para convencer al Senado EEUU y al gobierno español que no venda armas a Israel, para sacar a los niños de las minas de coltán, para cambiar armas por alimentos que alivien la hambruna en África, para acabar con la explotación y la violencia sexual contra las mujeres. ¡Demasiados tebeos de superhéroes en mi juventud!
Pero, BASTA, quiero, necesito hablar de GAZA. Me atormenta GAZA, me remuerde GAZA, me indigna GAZA. ¿Más GAZA que otras muertes u otros conflictos? SÍ, y necesito explicar por qué esta obsesión con GAZA, por qué me duele tanto GAZA. Me duele porque no entiendo el ensañamiento contra una población inocente, me duele porque no creo en la ley del Talión, porque me repugna asesinar a los asesinos. Me atormenta que ciudadanos del 1º mundo, occidental, cometan estos crímenes. Me abruma la desproporcionalidad y el número de víctimas. No entiendo que se impida la ayuda humanitaria, que se destruyan infraestructuras sanitarias, que se destruyan escuelas, casas. No lo entiendo, no lo entiendo. No entiendo que un pueblo que sufrió un holocausto en sus carnes sea capaz de repetir ese mismo holocausto, sobre otro pueblo. No encuentro argumentos que justifiquen lo que hace Israel: no los encuentro en la jurisprudencia, nos los encuentro en el Derecho Internacional, no los encuentro en los derechos humanos, no los encuentro en la ética, tampoco en mi moral cristiana heredada, no los encuentro desde la perspectiva de promover la convivencia ¿Será que no los hay? Solo escucho argumentos de odio, de ojo por ojo, de Talión, de justificación del asesinato, de violación del derecho internacional, de que todo lo que Israel califique como “terrorista” merece ser muerto o destruido. De que liberar a 200 rehenes lo justifica todo, incluso masacrar a 50.000 personas inocentes. ¿Son acaso los nuevos jueces? ¿Es esta la nueva ética y moral mundial con la que vamos a construir el 2025 que entra y los venideros? ¿Es lo que haremos a partir de ahora con cualquier país que tenga en su seno un grupo terrorista? ¿Reducir el país o la región a cenizas? ¿Es este el nuevo orden mundial que queremos o que aceptamos resignados?
Perdonadme por mi ignorancia, por mi confusión. Es que no soy capaz de ver una guerra en GAZA, solo veo tanques en un lado, solo hay artillería en un lado, solo hay aviones de combate en un lado, solo hay equipo militar en un lado, solo hay ayuda militar a un lado. Cohetes caseros y piedras contra ATACM, contra F-16, contra Merkava. ¿No fue suficiente venganza con las masacres de los campos de refugiados palestinos de Chabra y Shatila? Escuchar, leer, que la muerte de un niño palestino es un terrorista menos, que el mejor palestino es el palestino muerto, me desgarra el corazón.
No han sido unas Navidades del todo felices. He reído, he abrazado, he compartido ilusiones; con la familia, en el trabajo, o con los amigos. Pero mi corazón está triste, mi corazón llora. Llora por todo el sufrimiento que hay en el mundo, pero sobre todo llora por GAZA. Porque no lo entiendo, porque no me cabe en la cabeza. Por venir de donde viene.
Recuerdo la brutal masacre de Srebrenika, durante la desintegración de la antigua Yugoslavia. La respuesta internacional, la caza y captura de sus responsables, su juicio y condena en la Corte Penal Internacional. Fueron 8.000 víctimas de etnia musulmana y se le llamó genocidio bosnio. ¿Qué es diferente en GAZA? Vamos por las 50.000 víctimas, la mayoría niños. Se ha destruido más del 70% de las infraestructuras de la franja, viviendas, escuelas, hospitales. Se impide la llegada de agua y alimentos, se obliga a la gente a vivir en tiendas o a la intemperie. ¿Qué hace que GAZA sea algo tabú en nuestras conversaciones? ¿Qué hace que para hablar de GAZA tengamos que aludir a todos los conflictos bélicos/humanitarios de la historia de la humanidad en un intento de minimizar y normalizar su mera existencia? ¿Por qué ignoramos GAZA? ¿Por qué cancelamos GAZA?
Os pido perdón por mi desahogo. Sufro y necesito compartir mi dolor. Puede que esté equivocado, que esté en el lado malo de la historia. Que no vea la necesidad del sufrimiento del pueblo palestino, del exterminio de un pueblo para que otro pueda desarrollarse en paz. Me aterra pensar que pueda vivir en una sociedad como la alemana de 1932. Me descompone pensar, como en la película, que “la zona de interés” se está desarrollando dentro de un país que pertenece a la OCDE, que compite en Eurovisión, que es socio comercial de primer orden de la UE, que supuestamente comparte valores “occidentales”, que sufrió un holocausto.
Ahora llegaría el momento de una esperanza imposible. Llevamos 75 años ignorando Palestina. Nos aferramos, porque nos interesa, a la desconfianza del bulo y de la manipulación; y de que en verdad no es para tanto; de que son imágenes manipuladas, el intento de una parte de tocar nuestra fibra sensible. Y no hablamos de GAZA, no pensamos en qué pasaría si GAZA fuese real, una masacre real, un genocidio real, y no un bulo alimentado por terroristas. Porque GAZA es REAL.
Ayudar a GAZA es hablar de GAZA, hablar del problema palestino, pensar en las consecuencias de GAZA. Entender que las posturas extremistas de 100-500 individuos, de uno y otro pueblo, no pueden y no deben justificar el sufrimiento y el ensañamiento con las vidas de inocentes, de niños que no saben nada de política, cuyo único delito es poder ser el futuro de un pueblo. Algo sabemos los educados en el cristianismo del mito de Herodes, de cómo quiso asesinar a todos los niños de Belén para intentar acabar con Jesús, y evitar la profecía. En este caso, la profecía de un Estado palestino.
Perdonadme de nuevo. Solo deseo para este 2025 que, por favor, hablemos de GAZA. Bien o mal, pero compartamos con educación y respeto nuestras ideas, dudas y razonamientos de lo que está pasando en GAZA. Ilustrémonos, revisemos hemerotecas y libros, hablemos de GAZA como si fuéramos médicos, con la mejor evidencia posible. Os doy las gracias si habéis llegado hasta el final, deseándoos lo mejor para este 2025.
Por la PAZ en GAZA. Por el cumplimiento de la legalidad internacional. Por el respeto a los derechos humanos. Israel, si os queda humanidad, detened la matanza de inocentes.