"Víctimas perfectas". Ensayo. Mohamed El-Kurd

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«Siempre he deseado volverme humano.» ‘Víctimas perfectas’ de Mohamed el-Kurd
Un testimonio directo, lúcido y profundamente humano sobre la vida bajo ocupación. Esta obra poética, incisiva y con dosis de rabia contenida pone en relieve cómo la comunidad internacional, los medios de comunicación y las instituciones contribuyen a la deshumanización del pueblo palestino. En 2021, Time lo nombró una de las cien personas más influyentes del mundo. Es muy conocido por su papel como cofundador del movimiento #SaveSheikhJarrah. Escribe en Mondoweiss, una plataforma independiente de noticias sobre Palestina.
«Morimos mucho. Morimos en titulares fugaces y en el instante de tomar aliento. Nuestra muerte es tan cotidiana que los periodistas informan de ella como si dieran el parte del tiempo: «Cielos nubosos, chubascos ocasionales y tres mil palestinos muertos en los últimos diez días». Y como ocurre con el tiempo, Dios es el único responsable, no los colonos armados ni los ataques selectivos con drones.» MOHAMED EL-KURD
Publicado originalmente a comienzos de este año, "Víctimas perfectas" documenta la violencia israelí —física, simbólica y estructural— y revela cómo la comunidad internacional, los medios de comunicación y las instituciones contribuyen a la deshumanización del pueblo palestino.
Con una prosa incisiva, el-Kurd entrelaza memoria, testimonio, poesía y análisis político para mostrar cómo el discurso internacional, marcado por una mirada colonial, exige que los palestinos sean “víctimas perfectas” para merecer empatía: pasivos, inofensivos y moralmente puros.
Mientras sus hogares son demolidos y su vida cotidiana amenazada, cualquier expresión de rabia o resistencia se interpreta como un fallo moral. No se juzga lo que padecen, sino cómo responden a la violencia.
El-Kurd denuncia que la narrativa dominante omite deliberadamente las causas de la resistencia, condenando los actos de autodefensa sin cuestionar el colonialismo y la ocupación que los originan. Frente a esta exigencia de pureza y sumisión, el autor reivindica el derecho al enojo, a la resistencia y a la complejidad humana, recordando que la dignidad no se mide por la mansedumbre ni por la capacidad de soportar el dolor en silencio.
Su escritura, que combina el rigor periodístico con la intensidad lírica, responde al absurdo de la ocupación y a las preguntas hipócritas de la audiencia internacional. En ella capta la coexistencia del dolor y la dignidad, afirmando que la resistencia palestina no es una concesión sujeta a aprobación, sino un derecho inherente.
Lejos de anhelar compasión, el poeta exige reconocimiento y justicia. Su fuerza radica en que no busca agradar ni convencer por medios conciliadores, sino confrontar la indiferencia y la hipocresía que rodean la causa palestina.
Víctimas perfectas desafía a quienes exigen a los palestinos ajustarse a expectativas irreales y deshumanizadoras, y recuerda la necesidad de escuchar a las víctimas en sus propios términos. Para El-Kurd la verdadera solidaridad no consiste en suavizar el sufrimiento ajeno, sino en reconocer la legitimidad de la resistencia, incluso cuando incomoda.
Este libro es un llamado poderoso a rechazar la empatía selectiva y a mirar el dolor sin exigir que sea perfecto.
«La deshumanización nos ha situado —e incluso expulsado— fuera de la condición humana, hasta el punto de que todo cuanto se entiende, por lógica, como una reacción natural del hombre a la subyugación, si viene de nosotros se tacha de conducta primaria, incontenida e incomprensible. Lo que a otros convierte en héroes, a nosotros nos convierte en criminales. Decir que somos culpables por haber nacido es casi simplista. Nuestra existencia es puramente mecánica, y se nos recuerda una y otra vez, a través de políticas y procedimientos, que, por desgracia, hemos nacido para morir.»
MOHAMED EL-KURD
El también poeta y periodista de Jerusalén reflexiona en su libro 'Víctimas perfectas' sobre la hipocresía política y mediática de Occidente con el sufrimiento palestino, el humor como herramienta contra la propaganda israelí o el papel de los artistas en la lucha por la descolonización
Víctor Honorato
26 de octubre de 2025 22:07 h
Actualizado el 27/10/2025 05:30 h
El poeta, escritor y periodista Mohamed El-Kurd (Jerusalén Este, 1998) está cansado de que las voces palestinas tengan que comparecer ante el foco internacional como víctimas dóciles y afables, que encajen en un molde aceptable para una opinión pública occidental, especialmente la de matriz anglosajona, temerosa de la rabia acumulada tras décadas de ocupación israelí y dos años de genocidio en Gaza.
Los gazatíes nos hemos sentido muy solos
El-Kurd es originario del barrio de Sheij Yarrah, en Jerusalén Este, donde la población palestina vive con la amenaza constante de la expulsión a manos de los colonos israelíes, protegidos por el Estado hebreo. Residente en Nueva York —sus abogados le aconsejan que no regrese al hogar familiar—, es editor cultural de la revista Mondoweiss y corresponsal de The Nation. En 'Víctimas perfectas' (Capitán Swing, 2025) reflexiona sobre la colonización, la hipocresía política y mediática de un Occidente de contornos difusos, las formas de sortear la maquinaria propagandística israelí, el humor y el arte.
Hay un pasaje de su libro que dice: “Ser palestino hoy en día es estar atrapado en un sueño febril, en una alucinación ajena”. ¿A qué se refiere?
Es como si hubiese un universo paralelo, particularmente en Occidente, pero en todo el mundo. En Palestina se está cometiendo un genocidio rabioso, en el que se quema viva a la gente en sus hogares, en sus tiendas, en el que se pone la diana a los niños, a los ancianos. Y, al mismo tiempo, en las torres y rascacielos de los barrios ricos de EEUU, Reino Unido o Europa, hay algunos judíos sionistas que hablan de que temen por su seguridad, o la de los campus universitarios de EEUU, por ejemplo. Estudiantes que dicen que sus vidas están amenazadas, que hay un segundo holocausto en marcha solo porque escuchan cánticos que nos les gustan.
La conversación pasa a versar sobre el lenguaje y el discurso y el nivel de amenaza que representan según qué palabras y qué frases o sentimientos son admisibles, en vez de centrarnos en lo material, lo tangible, lo sistémico, que es el genocidio. Te puedes volver loco por tener que asegurarte primero de no resultar ofensivo, cuando lo que quieres es que la gente se fije en lo que está pasando en el terreno.
¿Es a eso a lo que se refiere cuando dice que existe una falsa equivalencia entre la violencia semántica y la sistémica?
Sí, eso es.
Ahora mismo reside en Nueva York. ¿No le dejan volver legalmente o le han aconsejado que no regrese a Jerusalén de momento?
No está claro, no me han confirmado nada, pero mis abogados me han recomendado que no vaya por el patrón de arrestos que hemos visto en los últimos años.
Usted es originario del barrio de Sheij Yarrah en Jerusalén Este. En el marco del plan de paz de Donald Trump, existe el riesgo de que Israel siga impulsando la partición efectiva de Cisjordania. ¿Cómo afectaría a su vecindario?
El plan de partición y anexión ya es una realidad de facto. Es imposible distinguir lo que es Israel de lo que es Palestina en Cisjordania o Jerusalén porque ellos controlan todo. Pero sí sabemos que en los dos años que llevamos de genocidio en Gaza, el ritmo de las demoliciones en Cisjordania y Jerusalén se ha multiplicado por dos o tres y que la violencia de los colonos se ha triplicado.
Los habitantes de Jerusalén, incluida mi familia, siguen viviendo en el alambre. No sabemos qué pasará, si nos expulsarán en cualquier momento
Esto es así porque el mundo ha puesto la vista en Gaza, lo que es normal. A día de hoy, el alto el fuego y el plan de paz y esa palabrería —aunque estamos agradecidos y encantados de que las bombas hayan dejado de caer— no tienen contenido efectivo porque los colonos siguen con los pogromos en Cisjordania. Los habitantes de Jerusalén, incluida mi familia, siguen viviendo en el alambre. No sabemos qué pasará, si nos expulsarán en cualquier momento.
En el libro plantea el concepto del “aun cuando” para defender, por ejemplo, la humanidad de los militantes de Hamás que participaron en los ataques del 7 de octubre de 2023 (“aun cuando” hayan cometido crímenes terribles, siguen siendo personas con derechos).
No digo nada nuevo, pero creo que el problema está en que tendemos a presentar el contexto palestino como excepcional, al igual que lo hacemos con el sionismo, y eso nos es perjudicial: no observamos lo que pasa desde una perspectiva general. Lo más habitual es que, en vez de remontarnos al origen, empezamos la historia el 7 de octubre, con el secuestro de los rehenes [israelíes].
Y entonces, ya sea en la universidad, en la televisión o en las manifestaciones, la lucha y la conversación pasan a tratar sobre si se justifican determinadas actuaciones o si se cumplen unos requisitos previos para que se sea solidario con nosotros o se nos dé el derecho a hablar para que la ciudadanía global simpatice con nosotros.
Aun cuando haya túneles bajo el hospital, no debes bombardear el hospital
Un ejemplo de esto es una crítica habitual que se hace a Hamás, la de que usan escudos humanos. Nos pasamos el tiempo negándolo o explicando que Gaza tiene una gran densidad de población, u oponiendo que la sede del Ejército israelí está en mitad de Tel Aviv, o mostramos vídeos de israelíes usando escudos humanos.
Todo esto es así, efectivamente, pero es que da igual: aunque Hamás emplease escudos humanos, el responsable del asesinato es quien lo comete. Si alguien entra en tu casa y se esconde tras un ser querido, y tú decides matar a ese ser querido, la culpa la tienes tú. Es una lógica muy simple y clara, pero sirve para todo. Aun cuando haya túneles bajo el hospital, no debes bombardear el hospital. Y si un niño tira una piedra, no lo tienes que matar, porque es que además ni siquiera deberías estar en su aldea, para empezar, según el derecho internacional.
Lo que pretende usted es objetar al modo en que se presentan las noticias, en cierto modo. Es interesante lo que dice al respecto de que no es responsabilidad de los palestinos explicar la diferencia entre antisemitismo y antisionismo. ¿A qué se refiere?
Resulta bastante obvio y sencillo de entender que la fusión entre ambos conceptos es un proyecto de Estado, tanto de Israel como de sus aliados. Lo vemos en EEUU con el Departamento de Estado, con la Liga Antidifamación [ADL, parte del lobby israelí], o como la llamamos nosotros, la Liga de Defensa del Apartheid [las siglas coinciden en inglés]. También se ve en Alemania.
De un lado tenemos un país que se autodenomina el único Estado judío del mundo, que dice que es el único representante del pueblo judío, que dice que actúa siempre en nombre del judaísmo. También tenemos un ejército que comete crímenes de guerra, que masacra a un pueblo y avanza bajo el estandarte de lo que llama la bandera judía.
La genialidad de la colonización es que te obliga a ti, como víctima, como sujeto de la represión, a ser cuidadoso y estar muy pendiente de los detalles y ser preciso y amable en medio de tu sufrimiento. Y esto es algo que para alguna gente resulta imposible, no todo el mundo tiene esa capacidad. Del otro lado, esto supone desviar la atención de la colonización propiamente dicha a la estética de la colonización, del lenguaje del que se la rodea.
Dice que este continuo medirse en la expresión tiene un coste psicológico...
Es como si tuvieses un policía en la cabeza que te dice todo el rato que te tienes que autocensurar.
En ese sentido, habla de su rechazo a “humanizar” las historias de los testigos a los que da voz para hacerlos más digeribles para la audiencia occidental.
Puede parecer sensacionalista afirmar que rechazo esa “humanización”, pero definámosla: se trata de comunicar al espectador o lector que la persona es un ser humano. Pero lo que pasa en la práctica, la mayoría de las veces, es justo lo contrario. Lo que hacemos al humanizar es comunicarle a tu lector que el sujeto palestino es como tu lector. Que cumple el estándar de civismo etnocéntrico europeo y estadounidense.
Tiene que ser alguien excepcional, como una feminista, un neurocientífico. De modo que si fuese gente que mostrase odio o se revelase ignorante, no serían humanos, cuando la humanidad es un espectro amplio en el que cabe tanto la bondad como la maldad. Reducimos el significado de la humanidad y expulsamos a quienes no encajan en esa definición. Los apartamos de la humanidad.
Lo que yo y muchos otros que venimos de comunidades marginalizadas pretendemos es manifestar que no importa quién es la víctima de la violencia. No importa que la víctima de violencia sexual estuviese tapada o vistiese con poca ropa, que el negro de EEUU víctima de brutalidad policial se mostrase agresivo. El problema es el delito; el malo es el criminal. Es muy simple, pero siempre caemos en estas trampas.
Cuando habla de Occidente, ¿a quién se refiere exactamente? ¿Cree que hay diferencias en las posturas entre países?
En el libro menciono de broma que es difícil definir qué es Occidente hoy en día. Sí pienso en EEUU y Reino Unido o Alemania, pero también en Emiratos Árabes Unidos y algún otro país que no debo nombrar. No hablo en el sentido histórico. Hay matices con respecto a España, Italia, Irlanda y otros países de los que quizás me olvide. Está claro que mi umbral es alto: creo que todos deberían cortar relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. Pero sí hay diferencias. Es difícil definir hoy a Oriente y Occidente. Todos están encamados con todos.
Señala que los argumentarios de la propaganda israelí le resultan cada vez más ridículos y que la forma de abordarlos es el humor...
La psicología, la filosofía o la ciencia del comportamiento nos dicen que el lenguaje corporal, el tono de la voz o las expresiones faciales son a menudo más convincentes que lo que se esté diciendo. Así que cuando te acusan de algo, digamos que de antisemitismo, por ejemplo, te acorralan y te pones a la defensiva y hablas entrecortadamente, le vas a parecer culpable a quien te esté viendo. Da igual que seas inocente; a la gente no la persuaden la lógica y la verdad, sino el poder. No a toda, al menos.
Te acusan falsamente para distraer la atención del foco de la ocupación y el genocidio, y no hay que mostrar respeto por esa acusación. Hay que tomársela a la ligera, no darle peso: reírte de ella. Ridiculizarla para que quienes te vean se den cuenta de que no hay un tabú, que la acusación en sí no es sagrada, sino que se desacredita con mucha facilidad.
La liberación de Palestina, si se lleva a cabo como se debe, provocará una reacción en cadena
Esto se ve en la política estadounidense. El AIPAC [Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos - Israel, el más potente del lobby israelí] recibe cada vez más críticas y hay mucha gente que dice que no apoyará a candidatos del partido demócrata que reciban dinero de ellos. Sin embargo, cada vez que un periodista pregunta por esto a un político, este se ríe o lo niega, o dice que el asunto es absurdo. Lo que le dicen a los espectadores es que no es una cuestión importante. Son tácticas psicológicas de sobra conocidas, a las que debemos darles la vuelta a nuestro favor.
¿Puede poner un ejemplo?
Hubo un hospital en Reino Unido que expuso unas cerámicas de niños gazatíes por los pasillos y un lobby de abogados israelíes amenazó con denunciar al centro porque los pacientes judíos se sentían “inseguros” por verlos. Y en vez de desdeñar esa chorrada, el hospital cedió y retiró las obras. Así que unas flores en un plato de cerámica se convirtieron en un arma destructiva.
Hacia el final indica que Israel percibe como genocida incluso que los palestinos imaginen un futuro tras el conflicto, porque en cierto modo sería un futuro “después de Israel”.
Sí, es una proyección psicológica. Son ellos los que han cometido el genocidio y quienes tienen una identidad nacional construida en torno al genocidio. Así es como entienden la supervivencia. Su solución al genocidio ha sido infligírselo a los palestinos, primero de forma gradual y luego, 70 años después, en toda su extensión. Así que es lógico que se planteen que nuestra libertad y dignidad pase por su fin. Pero eso es algo con lo que deben lidiar ellos.
Su solución al genocidio ha sido infligírselo a los palestinos, primero de forma gradual y luego, 70 años después, en toda su extensión
Tampoco pasa nada porque se les ponga de frente ante la realidad. Estamos hablando de un Estado con armas nucleares, el único de Oriente Medio. Con uno de los ejércitos más poderosos, con apoyos diplomáticos en todo el mundo; es el mayor receptor de ayuda militar estadounidense de la historia. Y a pesar de ello fingen o, incluso, realmente sienten que están en peligro constante y perpetuo. No es una perspectiva mentalmente sana y es la que causa esta permanente actitud guerrera. Pueden justificar cualquier atrocidad diciendo que lo hacen para sobrevivir, cuando en realidad no corren peligro alguno de desaparecer.
En estas circunstancias, ¿ve alguna posibilidad de convivencia en el futuro? ¿Cree en la solución de los dos Estados o en un solo Estado aconfesional?
La solución de los dos Estados es imposible de ejecutar. Es una broma, ya desde los acuerdos de Oslo [de los años 90 del siglo XX]. Los palestinos de izquierdas hace tiempo que insistimos en que queremos un único Estado. Pero si pienso en el futuro, pienso más en el mundo en su conjunto. El fascismo se está haciendo con el mundo. Va ganando la derecha, la política reaccionaria. La liberación de Palestina, si se lleva a cabo como se debe, provocará una reacción en cadena, pues gran parte de la clase dirigente del mundo está implicada en este pequeño puesto de avanzada colonial en Oriente Medio.
Creo que [Palestina e Israel] somos dos naciones con profundos traumas infligidos mutuamente. Sin duda, sostengo que ellos son los responsables, pues son los colonizadores, pero no se puede negar que hay un componente psicológico. No querría convivir con la gente que ha masacrado a mi familia, ni creo que ellos quieran coexistir con nosotros, porque son muy racistas. Se puede ser cínico y decir que el conflicto será eterno, pero no lo creo. Me parece que se irá resolviendo. Los que no están dispuestos a aceptar que haya paz y dignidad y respeto por los derechos humanos se acabarán marchando, como pasó en Argelia o en Sudáfrica.
Ya es hora de que el pensamiento palestino dominante vaya un poco más allá, sea un poco más atrevido, porque nos lo hemos ganado
Cada vez son más los israelíes que se están marchando...
Sí, ha sido interesante ver eso... No soy un iluso ni un fantasioso ni sé cuándo pasará, pero sí creo que es posible que todos tengamos dignidad y se respeten los derechos humanos y que a los criminales se los castigue.
Cuenta en el libro que le ha costado encontrarle un sentido a seguir dedicándose al arte en medio de la destrucción.
Sí. Ver niños desmembrados a diario y saber que ninguna nación, en términos generales, haya decidido actuar es significativo. Empiezas a pensar en si tus palabras valen de algo. Pero hay que pensar en que esas palabras forman parte de un ecosistema en el que participan múltiples frentes de resistencia y que la literatura y el arte es uno de ellos.
El truco consiste en crear una literatura que amplíe el alcance de los temas sobre los que se puede hablar. Ya es hora de que el pensamiento palestino dominante vaya un poco más allá, sea un poco más atrevido, porque nos lo hemos ganado.
Con todas las atrocidades que nos han infligido en los dos últimos años, no creo que ser más explícitos o atrevidos vaya a resultar ofensivo. Ese es mi objetivo y me parece bastante humilde. Pero ha resultado extremadamente difícil.

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